Lo primero que hay que entender es que el sistema de handicap está diseñado de tal manera que es más fácil bajar que subir. Es decir, un resultado muy bueno permite bajar notablemente el handicap de un jugador mientras que un resultado muy malo solo empeorará el handicap en unas décimas (ver esta entrada para mas detalles). Este hecho es clave pues determina nuestra actitud hacia ser jugadores arriesgados. Arriesgados en el sentido de no tener miedo a jugar cuantos más torneos mejor pues basta tener un día bueno para compensar varios días de juego desastroso.
Siguiendo el mismo razonamiento, es mejor elegir opciones que proporcionen gran variabilidad de resultados, por supuesto, siempre que se mantenga la media de resultados. Es lo que en estadística se conoce como tener una varianza alta. Por poner un ejemplo, es mejor que la mitad de los partidos hagamos el recorrido con 80 golpes y la otra mitad con 100, que hacer siempre el recorrido en 90 golpes. Con ello maximizaremos la probabilidad de tener un resultado extremo bajo, que es lo que nos va a permitir una bajada grande de handicap.
Una forma de conseguir esta mayor variabilidad es sólo jugar torneos en campos de 9 hoyos en vez de en campos de 18 hoyos. Cuanto mas hoyos juguemos más se acerca nuestro resultado a la media, por lo que cuanto menos hoyos juguemos mas probabilidad hay de conseguir un resultado excepcionalmente bueno. También aumenta la probabilidad de conseguir un resultado excepcionalmente malo, pero como decíamos antes esto nos importa poco porque la penalización es poca, apenas unas décimas.
Es el mismo fenómeno que ocurre cuando comparamos un deporte como el futbol con otro como el baloncesto. Como en el futbol se marcan pocos goles, la probabilidad de un resultado anómalo es muy alta, de ahí que se produzcan tantos resultados sorpresa. Es lo que algunos llamaban “la grandeza del futbol”. En cambio, en el baloncesto se marcan tantos puntos que es muy difícil que un equipo muy inferior pueda ganar por un golpe de suerte. Se deberían dar demasiados golpes de suerte. Por eso resulta un deporte mucho más justo.
Otra técnica posible se basa en analizar las distribuciones estadísticas de los distintos tipos de hoyos de un campo. Así, es habitual que la diferencia entre “el número medio de golpes” y “el par del hoyo” varíe en pares 3, 4 ó 5. Y lo habitual es que esta diferencia sea mayor en los pares 4 y 5 que en los pares 3. Un caso particular podría ser el de un jugador que necesitara de media “4,18” golpes en los pares 3, “6,24” golpes en los pares 4 y “7,67” golpes en los pares 5. Es decir, “1,18” golpes más en los pares 3, “2,24” golpes más en los pares 4 y “2,67” golpes mas en los pares 5. Pues bien, este tipo de jugador debería jugar en campos donde haya el mayor número de pares 3 posibles. Y mucho mejor si son todos pares 3 como ocurre en algunos campos.
Se podría pensar que la ponderación por campo de los resultados que se hace en el cálculo de handicap anularía el efecto anterior, pero no es así, o por lo menos no de forma general. Lo que sí es cierto que se pueden producir efectos extraños en algunos casos. No es lo mismo que el handicap de juego de una persona sea 18 y que por tanto le de un golpe de ventaja en todos los hoyos, que su hancicap de juego sea 24 y que en los hoyos más difíciles (generalmente no en pares 3) disponga de 2 golpes de ventaja.
Finalmente hay pequeños detalles que se pueden cuidar como despreciar cuanto antes los resultados malos, bajo el principio de que cuando es malo da igual cuanto de malo. Como cuando nos damos cuenta que en un torneo stableford no vamos a conseguir ningún punto en un hoyo. Mejor ahorrar energías e ir al siguiente hoyo.
ÚLTIMAS - NOTICIAS